LO QUE CREEMOS

Creemos que CRISTO es el único mediador entre Dios y el hombre, por lo que CRISTO es nuestra única fuente de salvación y vida eterna.

Creencias Fundamentales

Las creencias básicas de la Iglesia Puerta del Cielo son basadas en las verdades fundamentales enseñadas en la Biblia. 

El Dios Trino

Creemos en un solo Dios, eternamente existiendo en tres personas igualmente divinas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, que se glorifican mutuamente. Este único Dios verdadero y vivo es infinitamente perfecto tanto en su amor como en su santidad. Él es el creador de todas las cosas, visibles e invisibles, y es, por lo tanto, digno de recibir toda la gloria y adoración. Inmortal y eterno, conoce perfecta y exhaustivamente el fin desde el principio, sostiene y gobierna soberanamente sobre todas las cosas y, en su providencia, conlleva sus buenos propósitos eternos de redimir para sí un pueblo y restaurar su creación caída, para la alabanza de su gloriosa gracia.


Revelación

Dios ha revelado graciosamente su existencia y poder en el orden creado, y se ha revelado de manera suprema a los seres humanos caídos en la persona de su Hijo Jesucristo, el verbo encarnado. Además, este Dios es un Dios que habla, que por su Espíritu se reveló graciosamente en palabras humanas: creemos que Dios inspiró las palabras preservadas en las Escrituras, los sesenta y seis libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, que documentan y son también el medio de su obra salvadora en el mundo. Estos escritos sólo constituyen la Palabra de Dios verbalmente inspirada, que, en los escritos originales, posee autoridad suprema y está libre de error y también es completa en la revelación de su voluntad para la salvación, suficiente para todo lo que Dios requiere que creamos y hagamos.

Creación de la humanidad

Creemos que Dios creó a los seres humanos, machos y hembras, a su propia imagen. Adán y Eva pertenecían a la orden creada que Dios mismo declaró que era muy buena, sirviendo como agentes de Dios cuidando, administrando y gobernando sobre la creación, viviendo en santa y dedicada comunión con su Creador. Hombres y mujeres, igualmente creados a imagen de Dios, gozan de igual acceso a Dios por la fe en Cristo Jesús y están llamados, ambos, a moverse más allá de la autoindulgencia pasiva para una participación privada y pública significativa en la familia, la iglesia y la vida cívica. Adán y Eva fueron hechos para complementarse en una unión de una sola carne, que establece el único estándar normativo de las relaciones sexuales para hombres y mujeres, de modo que el matrimonio sirva como un tipo de unión entre Cristo y su iglesia. En los sabios propósitos de Dios, los hombres y las mujeres no son simplemente intercambiables, sino que se complementan de formas mutuamente enriquecedoras. Dios les ordena que asuman roles distintos que reflejen la relación de amor entre Cristo y la iglesia, el marido ejerciendo el papel de cabeza, a fin de demostrar el amor cariñoso y sacrificial de Cristo y la esposa sometiéndose a su esposo, a fin de mostrar el amor de la iglesia por su Señor.

La caída

Creemos que Adán, hecho a imagen de Dios, tergiversó esta imagen y perdió su bendición original, para sí mismo y toda su descendencia, al caer en pecado por la tentación de Satanás. Como resultado, todos los seres humanos están alienados de Dios, corrompidos en todos los aspectos de su ser (es decir, física, mentalmente, volitivamente, emocional, espiritualmente) y condenados, final e irrevocablemente, a la muerte, a menos que sea por la gracia intervención del mismo Dios. La necesidad suprema de todo ser humano es ser reconciliado con el Dios bajo cuya justa y santa ira nos encontramos; la única esperanza de todo ser humano está en el amor inmerecido de este mismo Dios, que solo puede rescatarnos y restaurarnos para sí mismo.

Salvation en Jesucristo

Creemos que, movido por el amor y en obediencia al Padre, el Hijo eterno se hizo humano: el Verbo se encarnó, plenamente Dios y plenamente ser humano, una Persona en dos naturalezas. El hombre Jesús, el Mesías prometido de Israel, fue concebido por la acción milagrosa del Espíritu Santo y nació de la virgen María. Obedeció perfectamente a su Padre celestial, vivió una vida sin pecado, realizó señales y milagros, fue crucificado bajo Poncio Pilato, resucitó corporalmente de la muerte al tercer día y ascendió al cielo. Como Rey mediador, está sentado a la diestra de Dios Padre, ejerciendo en el cielo y en la tierra toda la soberanía de Dios, y es nuestro Sumo Sacerdote y justo Abogado. Creemos que por su encarnación, vida, muerte, resurrección y ascensión, Jesucristo actuó como nuestro representante y sustituto. Lo hizo para que en él fuéramos hechos justicia de Dios: en la cruz anuló el pecado, propició a Dios, y, llevando toda la pena de nuestros pecados, reconcilió con Dios a todos los que creen. Por su resurrección, Cristo Jesús fue vengado por su Padre, rompió el poder de la muerte y venció a Satanás, que antes tenía poder sobre ella, y trajo vida eterna a todo su pueblo; por su ascensión, fue exaltado para siempre como Señor y nos preparó un lugar para estar junto a él. Creemos que la salvación no está en nadie más, porque no hay otro nombre dado bajo el cielo por el que seamos salvos. Porque Dios eligió las cosas humildes de este mundo, las despreciadas, las cosas que no son, para anular las cosas que son, ningún ser humano podrá presumir ante él - Cristo Jesús se ha convertido para nosotros en sabiduría de Dios, es decir, nuestra justicia, rectitud, santidad y redención.

La justificación de los pecadores

Creemos que Cristo, por su obediencia y muerte, pagó plenamente la deuda de todos aquellos que son justificados por él. Por su sacrificio, llevó en nuestro lugar el castigo que se debía por nuestros pecados, satisfaciendo propia, real y plenamente la justicia de Dios por nosotros. Por su perfecta obediencia, él satisfizó las justas demandas de Dios a nuestro favor, ya que por la fe solo esta perfecta obediencia se acredita a todos los que confían solo en Cristo para su aceptación ante Dios. Como, libremente y no por algo que había en nosotros, Cristo fue dado en nuestro favor por el Padre y su obediencia y castigo fueron aceptados en lugar de nuestra obediencia y castigo, esta justificación es sólo por la gracia libre, para que tanto la justicia exacta como la rica gracia de Dios sean glorificadas en la justificación de los pecadores. Creemos que un celo por la obediencia personal y pública fluye de esta libre justificación.

El poder del Espírito Santo

Creemos que esta salvación, atestigada en toda la Escritura y asegurada por Jesucristo, es aplicada a su pueblo por el Espíritu Santo. Enviado por el Padre y el Hijo, el Espíritu Santo glorifica al Señor Jesucristo y, como otro parácleto, está presente en y con aquellos que creen. Convence al mundo del pecado, de la justicia y del juicio y, por su obra poderosa y misteriosa, regenera a los pecadores espiritualmente muertos, despertando para el arrepentimiento y la fe y en él son bautizados en unión con el Señor Jesús, de tal manera que son justificados ante Dios solo por la gracia, solo por la fe, solo en Jesucristo. Por la agencia del Espíritu, los creyentes son renovados, santificados y adoptados en la familia de Dios, participan en la naturaleza divina y reciben sus dones que se distribuyen soberanamente. El propio Espíritu Santo es la prenda de la herencia prometida y, en esta era actual, habita, dirige, guía, instruye, equipa, renueva y capacita a los creyentes para vivir y servir como Cristo.

La Iglesia

Creemos que el pueblo del nuevo pacto de Dios ya ha llegado a la Jerusalén celestial; ya está sentado con Cristo en los lugares celestiales. Esta iglesia universal se manifiesta en iglesias locales de las cuales Cristo es la única cabeza; por lo tanto, cada "iglesia local" es, de hecho, la iglesia, la casa de Dios, la asamblea del Dios vivo y la columna y el fundamento de la verdad. La iglesia es el cuerpo de Cristo, la niña de sus ojos, está grabada en sus manos y él se comprometió con ella para siempre. La iglesia se distingue por su mensaje del evangelio, sus sagradas ordenanzas, su disciplina, su gran misión y, sobre todo, por su amor por Dios y por el amor de sus miembros entre sí y por el mundo. De manera crucial, este evangelio que amamos tiene dimensiones personales y también corporativas, y ninguna de ellas debe ser ignorada. Cristo Jesús es nuestra paz: no solo trajo paz con Dios, sino también paz entre pueblos antes alienados. Su propósito era crear en sí una nueva humanidad, haciendo la paz, y reconciliar ambos en un solo cuerpo con Dios, a través de la cruz, destruyendo por ella la enemistad. La iglesia sirve de señal del futuro nuevo mundo de Dios, cuando sus miembros viven al servicio unos para los otros y para el prójimo, en lugar de vivir enfocados en sí mismos. La iglesia es el testigo continuo de Dios en el mundo.

La Resurrección

Creemos en el regreso personal, glorioso y corporal de nuestro Señor Jesucristo con sus santos ángeles, cuando ejercerá su papel final de Juez y su reino será consumado. Creemos en la resurrección del cuerpo de ambos, justos e injustos, los injustos para el juicio y el castigo eterno y consciente en el infierno, como enseñó el Señor mismo, y los justos para la bendición eterna en presencia del que está sentado en el trono y del Cordero, en nuevo cielo y nueva tierra, morada de justicia. Ese día, la iglesia será presentada sin mancha ante Dios por la obediencia, el sufrimiento y el triunfo de Cristo, todo pecado será purgado y sus efectos nefastos prohibidos para siempre. Dios será todo en todos y su pueblo será envuelto por Su santidad inmediata e inefable, y todo será para la alabanza de Su gloriosa gracia.

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